Hay veces que tenemos tradiciones muy arraigadas a nuestra cultura y que vamos perpetuando, pero… ¿sabemos su significado? Hoy queremos centrarnos, concretamente, en la historia de las alianzas, símbolos por excelencia de la unión y del amor.

EN LA ANTIGÜEDAD

Para entender todo ello tenemos que remontarnos cinco mil años atrás, a la civilización faraónica. Fueron ellos, los que en la Edad del Bronce, ya hacían joyería. En Egipto, el círculo era la figura perfecta precisamente, por no tener ni principio ni fin, para ellos esto era el amor y la unión de la pareja. No importaba el material del que se fabricara, lo verdaderamente importante era la simbología con la que se otorgaba a la mujer la custodia del hogar y posesiones.

En esta época el desarrollo de esta civilización trajo consigo también un gran desarrollo en orfebrería.

Ya nunca se perdió esta tradición, siguió con los primeros griegos ptolemaicos que se sentaban en el trono del faraón y después los romanos imperialistas que vencieron a Cleopatra.

Siguiendo el hilo de la historia, nos paramos en la época romana, donde seguía la tradición del anillo, pero ahora éste, se sustituyó por un sello. El significado seguía siendo el mismo, la custodia del hogar y esto servía para sellar todo lo relacionado con el mismo. Todo ello en tiempos de Clemente Alejandrino, donde se habla por primera vez de vena amoris, nombre en latín de “vena del amor” y se sitúa la posición de anillo en el dedo anular, válvula que unía el dedo anular con el corazón.

Hasta el 860 d.C., no tenemos información de que aparecieran los anillos en ceremonias cristianas, eso sí, eran más decorados. Luego, se consideró un símbolo pagano  y ya es en el siglo XIII cuando se simplifica su diseño.

En el Renacimiento, se empiezan a escribir versos en su exterior, y conforme las bodas fueron pasando de ser pactadas por las familias a bodas por amor, los versos eran más personales y la joyería tuvo que ir evolucionando en sus grabados para hacerlos en el interior de las piezas.

EN LA ACTUALIDAD

En nuestros tiempos, hay un sinfín de posibilidades, lo clásico sigue siendo la media caña en oro amarillo. Pero hay muchísimas posibilidades de acabados, combinaciones en colores con oro blanco, amarillo y rosa, ribetes, rebajes, satinados, surcos, bandas, biseles….

Buscamos diseños cada vez más originales y las bodas millenials requieren cada vez más de personalizaciones y detalles que hagan de una alianza, una joya única y con carácter.

Seguimos usando el oro, que por ser un material tradicional y simbólico, no pierde valor y se perpetúa en el tiempo. Pero existe una tendencia actualmente, como hemos citado, a la personalización, incluso a que las alianzas en una misma pareja tengan diferente diseño para él y para ella. Quizás la tendencia más marcada en ellas es añadir un diamante engastado en la pieza y dar algunos toques de color rosa.

Nuestro consejo: la alianza es una joya que se presupone para siempre, y que tiene que ir bien con cualquier look que elijas. Escoge algo con lo que te identifiques e imprímele tu sello, para hacerla tuya para siempre.